lunes, 6 de enero de 2014

LA POESÍA DE LA SÁBANA BLANCA





Entonces vuelvo.
Entro primero con un pie.
Afinando la nariz para oler con precaución.
Subo el volumen de la mirada:
Me siento un vaso recién enjuagado.
Apoyo mi cabeza en la luna
y jugueteo en su ombligo con un dedo.
Es una expedición, sin equipajes ni instantáneas,
pero todo guardado en el mismo  lugar.
Hoy es el cumpleaños de Dios.
Levanto mi pulgar y saludo al cielo.
Lo hago.
Lo siento.
Lo creo.
Esta mañana me desenvolví en las sábanas de su alma,
nos regalamos.
Tengo un collar de sus besos descansando en mi pecho.
Ella los arrojó sobre mí, como dados.
¡ella no puede parar de ser hermosa!
Dios,
te regalo mi aliento,
te lo devuelvo,
te regalo mis dedos,
sus dados.
Amo todo lo que encuentro a mi paso.
Amo mi paso.
Ella despoja belleza a cada segundo,
y siempre tiene más,
¡es interminable!
Barranca sin tiempo.
Fotografía desde la luna.
Sonríe…
y dios festeja en sus labios.
No voy a decirte su nombre.
No es necesario.
Sólo puedo contarte que mis dos soles me miran
y mi boca se derrite en la suya.
Su pelo acortinado,
su amor untable que se expande y lo completa todo,
como miel.
Mis ojos se cierran con mayor facilidad.
No existen los problemas a oscuras.
Los sueños son distendidos,
con gente que actúa como se debe actuar en un sueño,
de una forma impredecible, aunque no estoy seguro,
no tengo porqué estarlo.
Necesitaba sentarme de una vez para sentarme a escribir.
Tardé varias semanas en conseguirlo
y la razón no fue la falta de tiempo o de ganas,
simplemente que la silla estaba cubierto de ropa.
Sólo eso.
Anteriormente garabateé unos papeles varias veces,
Sobre la cama, o recostado en el piso,
pero la incomodidad me sugería.
Acabo de despejar mi asiento para acomodarme con la espalda recta.
Demoré tan poco en hacerlo que me pregunto porqué no lo hice antes.
Ahora miro la ropa amontonada sobre la cama
y a nos ser que duerma entre ella,
tendré que molestarme en doblarla y guardarla en el ropero.
No tengo intención de describir mi ajuar,
pero pareciera que mi ropa vive.
Me refiero a que tiene arrugas fibrosas,
con movimiento inanimado,
como pez que continúa moviendo sus branquias.


Guillermo de Pòsfay
1998

No hay comentarios:

Publicar un comentario